Ceder o negociar?

 

Es muy frecuente observar la cantidad de conflictos que en muchas personas genera el enfrentar el deseo del otro, situación ésta que generalmente se suele agravar cuando se trata de mujeres.

En la vida cotidiana se lleva a cabo intercambios constantemente. Con frecuencia los intereses y deseos entre los individuos no coinciden, e incluso son incompatibles, provocando la necesidad de resolver estas divergencias. Las alternativas para hacerlo son ceder, imponer o negociar. Siendo la opción de negociar la única que ofrece oportunidades de acuerdos, es muchas veces la menos adoptada.

Aunque como se ha planteado al principio de este articulo muchas personas, hombres y mujeres, tienen dificultades para negociar, esta dificultad es especialmente frecuente en las mujeres. En éstas las negociaciones suelen generar frecuentemente conflictos al estar cargada de mitos y tabúes, asociados muchos de ellos a condicionamientos de género. No es raro encontrar mujeres que ceden espacios deseados, y hasta derechos legítimos por evitar negociar. Muchas son capaces de negociar para otros, pero no para si mismas.

No es raro encontrar mujeres que viven la negociación como algo violento, y por ello, para evitarla ceden sin darse cuenta que al hacerlo no consiguen resolver los conflictos que intentan eludir, y muchas solo lo hacen cuando están ya al limite. ¿Por qué?

Cuando son preguntadas responden que ceden para evitar problemas, “total, que mas me dá”, “si me da igual, no me importa”, otras ceden para que las quieran, para contentar a quienes quieren, e incluso algunas porque no se les ocurre que podrían plantearse no hacerlo.

Cuando se observa y analiza qué puede haber detrás de estas dificultades nos encontramos la presencia de muchos fantasmas y tabúes, y sobre todo, una gran cantidad de condicionamientos de género.

Es frecuente que las mujeres tiendan a concebir el amor como altruismo incondicional. Se confunde altruismo con solidaridad. El altruismo requiere incondicionalidad, y la solidaridad exige reciprocidad. La incondicionalidad es incompatible con la reciprocidad. Muchas mujeres se sienten en falta y culpables cuando se las acusa de egoístas y falta de solidaridad cuando no quieren ser altruistas. Altruismos y solidaridad aunque se viven como si fueran lo mismo, implican diferencias fundamentales. El altruismos favorece privilegios que la solidaridad combate.

Las mujeres son educadas para ser altruistas como expresión de su feminidad, teniendo, por tanto, grandes dificultades para negociar. Suelen sentirse en conflicto entre la imposición de ser altruistas (por tanto buenas) y el deseo de ser solidarias y desear (es decir, ser egoístas) creyendo que altruismo y solidaridad es lo mismo.Viven la defensa de sus deseos como expresión de egoísmo, y el tener que defender sus deseos e intereses les activa un conflicto porque supone cuestionarse el altruismo incondicional, por tanto el concepto del amor, que, desde el modelo de género, forma parte de la identidad femenina, sostenida en el ideal materno de altruismo, incondicionalidad y abnegación. Desde este mandato de género, amar implica incondicionalidad, es decir, anular deseos propios sobre todo si entra en contradicción con los deseos del ser querido.

La posibilidad de cambiar no está en el hecho de que las mujeres dejen de ceder para pasar a imponer, sino en empezar a recuperar el derecho legítimo de colocarse como sujetos de deseo, posicionándose en relaciones de igualdad, en donde los derechos e intereses propios sean considerados iguales que el de los otros.

4 pensamientos en “Ceder o negociar?

  1. Para que se de una verdadera negociación las dos partes han de partir en igualdad . El hombre parte (se le pone) en una posicion de poder en general, si encima, como dice el articulo le añadimos que la mujer parte desde un posicion altruista las dos partes que tienen que negociar no parten en igualdad y el desequilibrio es manifiesto. Es necesario equilibrar los puntos de partida para que se de una verdadera negociación. Para lo cual hay que desprendese de «los fantasmas y tabues» por las dos partes, el hombre cediendo parcela de poder y la mujer reivindicando un espacio con el convencimiento de que le pertenece.
    Como comente el alguna otra parte de este blog para mi los cambios en los generos son como las dos cara de una moneda siempre que se da un cambio en una cara esta ligado, es reflejo…., a un cambio en la otra cara de la moneda.

  2. La verdad es que he leído el artículo con especial atención incluso me atrevería a decir que con devoción y lo he hecho hasta el punto de analizar y responder a él párrafo a párrafo. Después de desarrollar varias teorías sin alma, he decidido darle otro aire a mi comentario.
    En esta vida no hay nada más difícil como el hecho de tener que negociar. Como cualquier otra disciplina la negociación tendría que darse en las escuelas como una asignatura más. Para negociar bien, hay que aprender. O lo que es lo mismo, alguien tiene que enseñarte.
    Negociar es pactar, y para ello es imprescindible ceder. Si hiciera un amplio muestreo entre la población tanto femenina como masculina, sobre el hecho de ceder, dudo mucho que el resultado de este estudio fuera muy diferente.
    No puedo asegurar, pero si intuir que de el 100% de los actos de negociación que se llevaran a cabo, la respuesta que obtendríamos sería más o menos así. El 80 % de las personas te dirán que han cedido algo más que el otro, un 10 por ciento dirá que ha cedido mucho + que la otra parte, y el otro 10% contestará que ha cedido mucho – que la otra parte.
    La vida nos resultaría mucho más sencilla si para cada uno de los problemas que tuviéramos que resolver, lo resolviera una tercera persona, pero lo cierto es que los conflictos entre el yo y él; o entre ella y yo son intrínsico al ser humano y no al genero. Bueno al menos eso pienso y siento yo.
    Para mi todo se traduce en algo muy simple: en una buena o mala educación. La educación en la igualdad es buena, la educación en desigualdad es mala. Da igual educar en la igualdad de sexo, y educarnos en la desigualdad del poder, de las jerarquías, políticas, religiosas o militares, por no hablar del la igualdad económica.

    • Estoy totalmente de acuerdo contigo en la importancia de educar en la igualdad, pero por desgracia estamos en una sociedad en donde las diferencias significan desigualdades de derechos. En este orden de cosas, las desigualdades entre hombres y mujeres significan desigualdades de derechos, y esto, como todo lo que se transmite socialmente, se hace desdibujado, desarrollandose en conductas que aparentemente no tienen nada que ver, pero que en el fondo, se van traduciendo en posiciones de pérdida, e incluso en el caso de muchas mujeres en el desconocimiento de su propio Deseo.Conductas derivadas de conceptos como el amor,es decir, como se debe amar, como posicionarse ante el dinero, el poder, el otro…… Esto se da en todas las situaciones de diferencias, hay un otro poderoso y un otro al que someter, inferior, por la raza, por la posción social, dinero, etc. y aunque este espacio es sobre lo femenino como especifico, no se excluye abordar tambien estos temas.

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